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Muy buenas!

He leído un artículo tan interesante que no he querido dejaros sin él. Textualmente copio y pego de nuestros colegas Bucca Sana in Corpore Sano, felicidades, un buen dato!

 

“El estrés es una epidemia global. Así lo considera la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque no es malo en sí mismo, ya que nos pone alerta para afrontar situaciones excepcionales, se convierte en un enemigo mortal si se prolonga en el tiempo. Los efectos del estrés sobre tu salud bucodental pueden acarrear consecuencias directas e indirectas que jamás hubiésemos pensado que guardaran relación alguna con nuestra boca. Te contamos cuáles son esos efectos y cómo evitarlos.

El estrés es una respuesta automática de nuestro cuerpo ante cualquier cambio ambiental, externo o interno, que nos prepara para hacer frente a las posibles demandas que se generan como consecuencia de la nueva situación. Por tanto, no es algo negativo en sí mismo, todo lo contrario: nos arma de recursos para enfrentarnos a situaciones difíciles. El problema surge cuando se instala en nuestro día a día a través de presiones económicas, sobrecarga de trabajo, ambiente competitivo… Circunstancias que percibimos inconscientemente como amenazas, provocando consecuencias nocivas, como elevación de la presión sanguínea (hipertensión arterial), problemas del sueño, agotamiento y alteración del apetito.

¿Cómo afecta a nuestra boca?

Por lo general, como consecuencia del estrés, descuidamos nuestros hábitos de higiene bucodental: nos cepillamos menos y con una peor técnica, prescindimos del hilo dental, nos saltamos las citas con el dentista y nuestra dieta se resiente con una alimentación menos saludable. El resultado es una boca propensa a enfermar. Pero, además, la evidencia científica ha demostrado que el estrés es un factor de riesgo capaz de propiciar ciertas enfermedades bucodentales.

Los efectos del estrés sobre la salud bucodental son:

    1. Periodontitis o piorrea. El estrés es uno de los factores de riesgo de las enfermedades de las encías, junto a otros como la predisposición genética, la higiene y el consumo de tabaco o alcohol, que además suele aumentar en situaciones de estrés. El cortisol, conocido como la hormona del estrés, puede generar inflamación en diferentes puntos de nuestro cuerpo, lo que propicia un mayor riesgo de la enfermedad periodontal.
    2. Bruxismo o apretamiento de dientes. En etapas de estrés podemos sufrir bruxismo, es decir, apretar y rechinar los dientes de forma involuntaria, durante el día o mientras dormimos, provocando en ellos un desgaste e incluso fracturándolos. El bruxismo acarrea además dolores musculares en la zona de la articulación temporomandibular (en la oreja, en un lado de la cabeza, la nuca o el cuello).
    3. Aftas y herpes. Las aftas bucales o llagas son pequeñas úlceras que suelen aparecer por diferentes razones, como una higiene bucodental deficiente, una mala intervención en la boca (por ejemplo, una limpieza bucal agresiva) o incluso por mordernos involuntariamente la lengua o el interior de la boca. Indirectamente, pueden proliferar cuando estamos bajo una excesiva presión ya que el estrés hace que nuestro organismo se encuentre con las defensas bajas. Algo similar ocurre con los herpes o calenturas, causados por el virus del herpes simple (HSV-1): aunque superemos la enfermedad, éste se queda alojado en los llamados ganglios de Gásser y se libera bajo situaciones de estrés, fatiga o embarazo, entre otras.
    4. Sequedad bucal, caries y mal aliento. El estrés disminuye nuestros niveles de producción de saliva y, por tanto, aumenta las posibilidades de sufrir xerostomía o síndrome de la boca seca. La sequedad puede provocar un efecto “dominó” con varias consecuencias: irrita los tejidos blandos de la boca, haciéndolos más susceptibles a las infecciones, provoca un aumento de caries dental e incluso contribuye al mal aliento. Además, en las encías, la sequedad de la boca aumenta la placa bacteriana y la incidencia y gravedad de la enfermedad periodontal.

Nuestra boca no es ajena al resto del cuerpo, de igual forma que el cuerpo no es ajeno a lo que ocurre en la boca, de ahí que el estrés sea capaz de provocar una reacción en cadena con consecuencias inicialmente difíciles de imaginar. Un descanso adecuado, una alimentación sana, una actividad física moderada y momentos de ocio nos ayudarán a eliminar el “estrés malo” y a tener una vida más plena y más sana.”

|Gracias compañeros de Bucca Sana in Corpore Sano,!!!